Los puentes y el Camino de Santiago
En tiempos medievales el tránsito de los ríos constituyó siempre un problema mayor. El Camino de Santiago era una de las vías de comunicación por excelencia que surcada por numerosos ríos que era necesario vadear y que, por tanto, ofrecían dificultades a los peregrinos, sobre todo durante el invierno. Por esta razón, desde sus orígenes, los benefactores del Camino, desde santos a monarcas, se ocuparon de construir puentes y reconstruir los antiguos puentes romanos y sus calzadas.
No hemos de pensar, sin embargo, que los primeros puentes serían las obras de compleja ingeniería que la historia nos ha legado. Por el contrario, muchos de ellos eran una simple estructura de madera colocada horizontalmente sobre el cauce para facilitar el paso. Las estructuras más complejas se hacían necesarias para salvar corrientes más anchas y, en su mayoría, eran herederas del tendido romano. Estas obras estaban construidas en piedra y poseían arcos de medio punto u ojivales, dependiendo del momento de su construcción.
En realidad, la supervivencia misma de tantas antiguas estructuras romanas es un testimonio de la importancia de los puentes, demasiado valiosos para ser descuidados o derribados. La mayor parte de las obras fueron restauradas en continuidad, hasta el punto de que los puentes llegaron a ser una construcción colectiva, en la que todas las generaciones dejaban sus huellas.
En algunos casos existían pontoneros al servicio de los puentes, así por ejemplo en el Camino Norte, en el paso hacia Ribadeo por el Eo. Los pontoneros llevaban en sus barcas a la gente de una orilla a otra y por ello cobraban un impuesto que, según cuentan los textos, a menudo era abusivo.
La importancia de los puentes era tal que muchos de los principales pueblos del Camino Francés nacieron junto a un río difícil de vadear para prestar atención a los pasantes. Fue el caso de Zubiri, Puente de la Reina, Puente Malatos, Logroño, San Marcos de León, Puente del Paso Honroso, Ponferrada, Portomarín, etc. Más aún, su construcción y cuidado alcanzó a monjes constructores y reparadores de puentes ligados a diferentes órdenes religiosas o de caballería, como las de Santiago de Altopasso y San Juan de Malta, e incluso a santos, como santo Domingo de la Calzada o san Juan de Ortega, quienes pasaron a la historia como “santos ingenieros” por haber facilitado el paso de miles de peregrinos con sus construcciones.
Los puentes generaron también numerosas tradiciones y leyendas, como la famosa del “Puente de Santiago”, un puente simbólico que según esta leyenda debían atravesar las almas tras la muerte y en cuyos extremos se situaban san Miguel y Santiago el Mayor. Esta tradición como otras muchas nacieron sin duda vinculadas al simbolismo religioso de los puentes, que en tiempos medievales eran vistos como símbolos del caminar pero también del tránsito, del paso de un estado a otro, sobre todo del estado terreno al celestial, de la vida a la eternidad.
Foto: Wikipedia, José Antonio Gil Martínez
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